Es importante saber de dónde venimos para valorar donde llegamos.
Los inicios del fútbol femenino en Panamá, incluyendo su continuo intento de profesionalización y formalización, ya data de varias décadas. A finales del siglo pasado y principios del actual, empezaron a surgir asociaciones tratando de unificar a los mejores equipos en una sola liga. Esto también se dio por la necesidad de empezar a hacerle frente a compromisos a nivel de selección que empezaron a surgir con cada vez más importancia.
En la década de los 70, se conocían equipos femeninos de barrios populares en la ciudad de Panamá, así como de otras regiones del país, como eran los casos de El Chorrillo, Barraza, Panamá Viejo, Bethania, entre otros. Las intenciones de formalizarse en una liga a nivel país, se vieron mejor registradas cuando surgió la Asociación Nacional de Fútbol Femenino (ANAFUFE), la cual tuvo vigencia entre los años 2002 y 2013.
El camino del fútbol femenino en Panamá se vio cortado por varios años sin una liga unificada. No fue hasta el 2017 cuando se decide crear la Liga de Fútbol Femenino (LFF), que inicialmente vio participación de clubes de la liga masculina, que adoptaron academias femeniles y utilizaron esas jugadoras para disputar las primeras versiones de la liga, hasta que esos mismos clubes, poco a poco, fueron formando sus bases, hasta la fecha.
Independientemente de los lapsos alargados de tiempo en nuestras intenciones de formalizar el fútbol femenil, la selección mayor absoluta de Panamá estuvo a minutos y en un repechaje, de clasificar por primera vez a la Copa Mundial Femenina Francia 2019. El sueño quedó en una esperanza que no desvaneció. En la siguiente clasificatoria mundialista, las guerreras consiguieron eso que anhelaban. Hoy se despiden del mundial 2023, anotando sus primeros goles mundialistas, con tres tantos ante una de las potencias del mundo, como lo es Francia.
El camino fue duro, tal cual descrito. La resiliencia no fue negociable para ellas. Gracias Guerreras.